ARTÍCULOS

Ponencia Alfarería de la Fase Inca en el Valle de Limarí: Evidencias de Influencia Yavi o Chicha en Jarros Antropomorfos

(Enviado por Efraín Gutierrez)

Autor Gabriel Cantarutti R y Rodrigo Mera M

RESUMEN
En este trabajo se presentan evidencias que permiten confirmar la existencia de influencias Yavi o Chicha en la cerámica del sitio Estadio Fiscal de Ovalle (EFO) y, al mismo tiempo, se da a conocer la existencia de piezas similares encontradas en otros puntos del norte semiárido. Adicionalmente, se proporcionan algunos conceptos que se derivan de esta situación. Palabras clave: Cultura Diaguita, Estado Inca , valle del Limarí, alfarería diaguita, alfarería inca, alfarería chicha.

INTRODUCCIÓN
La alfarería producida durante la fase inca, en gran parte del norte semiárido, comúnmente es considerada como un bloque homogéneo, resultando englobada bajo el nombre de cerámica "Diaguita-Inca". Al margen de que se haya reconocido una diversidad de formas entre aquellas que imitan a vasijas cuzqueñas y otras que se derivan de la tradición alfarera local (Cornely 1947 y 1949; Ampuero 1989), lo cierto es que el estudio de su variabilidad, analizando en detalle las evidencias que podrían servir para proponer aportes multiculturales y diferentes fusiones estilísticas (Niemeyer 1969-70; González 1994 y 1995), ha recibido escasa atención.

Tradicionalmente, se ha aceptado que esta cerámica sería expresión de un proceso de aculturación, en que la tradición alfarera local adopta formas y diseños provenientes del Cuzco, pero manteniendo casi siempre elementos diaguitas (Llagostera 1976: 213; Ampuero, 1994: 41). La idea de enfatizar una fuerte mezcla entre conceptos estilísticos cuzqueños y locales, adquirió importante fuerza con la hipótesis de "Dominio directo" que propusiera Llagostera. En dicho planteamiento y entre otros argumentos, se sostiene que la nitidez con que se reflejan los estilos cuzqueños en la cerámica, sirve de apoyo para pensar que la expansión inca se materializó a través de una corriente cuzqueña que llegó directamente a la región central de Chile (1976: 214).

Sin perjuicio de que el aporte cuzqueño sea el más frecuente, notorio y gravitante en la cerámica diaguita de la fase inca, es interesante comprobar que durante este período, la producción cerámica comienza a incorporar contenidos asociados a grupos foráneos no cuzqueños, que recientemente hemos empezado a investigar (Cantarutti y Mera 2000). Explorando las ideas propuestas por P. González respecto a influencias estilísticas altiplánicas y del noroeste argentino (NOA) (1994, 1995), hemos intentado reconocer aportes de distintas entidades culturales en la producción cerámica local. En este trabajo, ofrecemos evidencias que permiten confirmar la existencia de influencias Yavi o Chicha en la cerámica del sitio Estadio Fiscal de Ovalle (EFO) y, al mismo tiempo, revelamos la presencia de piezas similares encontradas en otros puntos del norte semiárido.

Fundamentalmente, se proporcionan los argumentos que nos permiten sostener dicha idea y adelantamos algunos conceptos que se derivan de este planteamiento. Aunque las piezas proceden de tumbas, analizar los respectivos contextos habría significado extendernos más de lo que se nos está permitido en este trabajo. A pesar de no incluirlos, pensamos que la novedad respecto a la identificación de la influencia señalada, de por sí justifica esta presentación. LAS PIEZAS Y SU CONTEXTUALIZACIÓN Las cuatro piezas que focalizan nuestra atención en este trabajo pertenecen a contextos funerarios del sitio EFO. Éste se ubica en el extremo SW de la ciudad de Ovalle, sobre la ribera norte del río Limarí, en el centro de la IV Región de Coquimbo (30º 36' L.S. - 71º 12' L.W.). Los habitantes de este asentamiento desempeñaron un amplio espectro de tareas, ligadas al trabajo agrícola, recolección, caza, hilado, textilería, producción cerámica, trabajo de metales y variadas labores domésticas.

Presumiblemente, a través de estas actividades aseguraban el adecuado funcionamiento de redes políticas, económicas y sociales dentro del contexto organizacional de la región, siendo factible que el sitio actuara como un centro administrativo (Cantarutti y Mera 2000). A lo largo de los últimos 70 años, se han excavado diferentes espacios en el sitio. Estos lugares, cuya ubicación en algunos casos hemos localizado en forma aproximada, han recibido el nombre de locus2. En casi todos ellos se recuperó conjuntos de unidades funerarias que hemos procedido a recontextualizar parcialmente (ibid) De esta forma, podemos decir que la pieza Nº 196 pertenece a la tumba II del locus Sociedad Arqueológica de Ovalle 1966, espacio que actualmente se ubicaría debajo de la galería norte del estadio. La pieza Nº 275 pertenece a la tumba V del locus Planta Lechera o Hijuela Corazón de María 1969. Este espacio se sitúa dentro de los límites de lo que hoy es la Planta Pisco Control, unos 80 m al E del primer locus (sector oriente de Av. La Chimba). La pieza Nº 962 pertenece a la tumba II del locus Planta Pisco Control 1991 (Biskupovic 1999), lugar que debió situarse próximo al intervenido en el año 1969. Finalmente, la pieza Nº 2000.1.61 pertenece a la tumba I del locus Grete Mostny 1962. En este caso, el espacio intervenido correspondería a lo que actualmente es la cabecera norte del estadio, entre el arco de fútbol y el cierre de la malla olímpica 3. Todas estas piezas se conservan en el Museo del Limarí, a excepción de la pieza Nº 2000.1.61, en manos del Museo Nacional de Historia Natural.

Los números que las identifican, corresponden a sus respectivos números de inventario. En virtud de sus atributos morfológicos, hemos convenido en llamar a estas piezas jarros antropomorfos. Las características que definen a esta categoría, serán expuestas en detalle en las próximas líneas. METODOLOGÍA Este trabajo se enfrentó básicamente a través de un análisis comparativo entre cuatro jarros antropomorfos del sitio EFO y vasijas antropomorfas el tipo Yavi Chico Policromo (Krapovickas y Aleksandrowicz 1989: 105). Los ejes de este análisis son el tecnológico, morfológico y decorativo. En el plano tecnológico, se observó la pasta de las piezas que ofrecían secciones observables y se caracterizó el tipo de inclusiones, sus formas y tamaños. Las observaciones se efectuaron con una lupa petrográfica con aumento de 10x y luz natural. Algunos tipos de inclusiones fueron identificados mineralógicamente cuando no había ninguna duda al respecto (cuarzo y mica). El resto de los áridos fueron identificados de acuerdo a su color (p.e. litos negros, rosados, verdes, grises, rojos).

Las formas fueron clasificadas como redondeadas, subangulosas o angulosas. Los rangos de tamaño establecidos para las inclusiones fueron los siguientes: Finas: menos de 0,25 mm / Medianas: 0,26 - 1 mm / Gruesas: 1,1 - 3 mm / Muy Gruesas: más de 3 mm . En forma relativa, también se estimó la frecuencia con que estos atributos estaban presentes (p.e. cuarzo, seguido de litos rosados y en menor frecuencia litos negros; tamaños medianos seguidos de finos y ocasionalmente gruesos). La observación de las inclusiones, se vio complementada con otros atributos de la pasta, como su textura, color y densidad de las inclusiones (porcentual, por cm2). De esta manera, fue posible contrastar la información generada con aquella publicada para el tipo en cuestión y proponer el carácter local o foráneo de las piezas analizadas 4. Aunque estamos conscientes de que esta definición, es menos confiable que resultados obtenidos a través de métodos más precisos (activación neutrónica, difracción de rayos x, análisis petrográficos), en este caso en particular y dadas las características de las pastas Yavi, la metodología especificada nos habilitaba para reconocer atributos ajenos a la norma local, y por ende, identificar piezas presumiblemente alóctonas.

A nivel morfológico y decorativo, se observó las formas, estructuras de diseño y diseños de las piezas mencionadas. Posteriormente, los datos obtenidos fueron contrastados con aquellos existentes para la cerámica Diaguita, Yavi y Cuzqueña, permitiéndonos evaluar potenciales influencias estilísticas fóraneas. La integración de esta información con aquella arrojada por la observación de la pasta, fue empleada para apoyar proposiciones respecto al carácter local o foráneo de las piezas. Aunque en este trabajo la discusión se centra en torno a las cuatro piezas mencionadas, es importante advertir que este tipo de análisis se ha hecho extensivo a todas las vasijas del sitio 55, lo cual nos ha permitido contar con una base comparativa confiable.

LA CULTURA DE YAVI Y LOS CHICHAS
La "cultura de Yavi" es una entidad que ha sido definida por Krapovickas en el extremo noreste de la puna argentina y la frontera argentino-boliviana (Krapovickas 1965; 1977). Más específicamente, se extendería entre la sierra de Santa Catalina por el este y el río Grande de San Juan por el oeste, abarcando parte de los departamentos jujeños de Yavi y Santa Catalina. Evidencias encontradas en el sur de Bolivia (Tupiza) sugieren que la principal zona de ocupación pudo ser ésta y, en consecuencia, los sitios de la puna argentina corresponderían a su expansión más meridional. Se estima que su antigüedad se remontaría hacia finales del período agroalfarero medio y perduraría hasta el hispano-indígena (Krapovickas et al 1989: 3, 4; Krapovickas y Aleksandrowicz 1989: 83, 87).

La distribución territorial de los asentamientos pertenecientes a esta entidad, coincide con el área que fuentes documentales tempranas asignan a un grupo conocido como los Chichas. Por esta razón, se piensa que la cultura de Yavi correspondería a una fracción meridional de este grupo (Krapovickas 1983). La alfarería Yavi ha sido descrita en los trabajos de Krapovickas que hemos citado y se han definido varios tipos en función de atributos morfológico-decorativos y de la composición de las pastas. Algunos de estos tipos se incluyen dentro de la cerámica que Raffino e investigadores clasificaron como Complejo o Grupo Chicha (Raffino et al. 1986; Raffino y Palma 1993). Sin embargo, es importante mencionar que formas características de la cultura Yavi, como las vasijas con modelados antropomorfos en el cuello, no han sido descritas por Raffino e investigadores dentro del Grupo Chicha. Esto parece sugerir que las manifestaciones reunidas bajo la entidad Yavi, podrían asociarse a la realidad particular de un subgrupo dentro del Grupo Chicha.

Las 5 variedades cerámicas descritas para el Grupo Chicha y que coinciden con los tipos definidos por Krapovickas, ofrecen en tiempos incaicos una amplia distribución regional por las provincias bolivianas de Nor y Sud Chichas, en el departamento de Potosí. Luego disminuyen en dirección a Humahuaca y por la Quebrada del Toro, donde se comportan como cerámicas intrusivas o alóctonas (Raffino y Palma 1993: 108). Dentro de esta área de dispersión, la estrecha asociación y repetida presencia de cerámica Chicha al interior de instalaciones estatales, ha servido de apoyo para confirmar la activa participación de la población homónima en las redes de producción y control incaico. Se relaciona a contingentes Chichas con la defensa de la frontera que los incas tendieron al oriente de Humahuaca, con funciones militares y logísticas en las conquistas estatales y con la explotación de centros mineros (Raffino 1993). De acuerdo al Memorial de Charcas, junto a Chuyes, Charcas y Caracara, conformaban un cuerpo destacado de guerreros que prestaban servicio al estado y llegaron a ser distinguidos como guardias especiales en palacios del Cuzco. Incluso algunos recibieron el apelativo de "Chichas orejones", al ser compensados con el status de "incas de privilegio" en virtud de sus notables prestaciones (Iácona y Raffino 1993).

Aunque el área de ocupación de estos grupos se concentra en el sur de Bolivia y extremo norte argentino, su cerámica ha sido encontrada en bajas frecuencias con un carácter exógeno en la cuenca superior del Loa y en la zona de San Pedro de Atacama (Tarragó 1989). Más al sur y en territorio argentino, se ha sugerido la presencia de mitimaes Chichas en el sitio Potrero Chaquiago (Provincia de Catamarca). Ello, atendiendo a la existencia de cerámica tipo Yavi que, de acuerdo a análisis mineralógicos, pudo ser elaborada en los alrededores del sitio o en otro lugar distinto al altiplano meridional (Lorandi et al. 1991).

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS CON LA CERÁMICA YAVI CHICO POLICROMO
Como ha sido mencionado, las piezas Nº 196, 275, 962 y 2000.1.61 corresponden a jarros antropomorfos. Con este nombre, denominamos a todas las vasijas del sitio que presentan perfil simétrico, cuerpo de forma ovoide erecta, cuello tendiente a subcilíndrico con modelados cefálicos antropomorfos, y asa lateral de emplazamiento cuello-cuerpo. Aunque todas comparten estos rasgos generales, las cuatro vasijas se diferencian en detalles más específicos. Si bien todos los jarros antropomorfos presentan un cuerpo tendiente a ovoide erecto, las piezas que analizamos ofrecen un cuerpo más achatado o esférico (ver Nº 4, 5 y 6 en lámina 1). En el tercio inferior, tres de las piezas insinúan un punto angular que separa el cuerpo de la región basal (Nº 196, 275 y 962). Como excepcionalmente ocurre con otros jarros del sitio, la vasija Nº 196 muestra aplicaciones sobre el cuerpo, correspondientes a brazos (Nº 4 en lámina 1). En las cuatro piezas la unión cuello-cuerpo es estrecha y, el cuello propiamente tal, alcanza una forma más bien esférica. Salvo el caso de la pieza Nº 962 (Nº 6 en lámina 1), los cuellos están modelados íntegramente en forma cefálica, con aplicaciones incisas para representar nariz y orejas, destacando siempre un mentón pronunciado. Ojos y boca han sido definidos mediante incisiones 6 (ver lámina 2). El resto de los jarros antropomorfos del sitio presenta cuellos que tienden a conservar una forma más bien cilíndrica, sobre la cual se han aplicado protúberos (a veces incisos) para resaltar los rasgos faciales (ojos, boca, nariz y orejas). Adicionalmente, muestran un par de protúberos semicirculares sobre el labio de la pieza (encima del "rostro"), como si se tratara de un adorno o tocado (Nº 5 y 6 en lámina 1). Las piezas que concitan nuestra atención, comparten con el resto de los jarros antropomorfos un asa cinta, de emplazamiento cuello-cuerpo. El mismo tipo de asa, también está presente en todos los jarros de perfil simétrico y asimétrico del sitio.

La profundidad temporal de este rasgo en jarros antropomorfos, parece remontarse al Complejo las Animas. Al menos eso se desprende del hallazgo de una vasija con características muy similares a la forma Nº 1 (lámina 1), encontrada en la fosa 8 del sitio La Puerta A (río Copiapó) (Niemeyer 1998: 139, fig. 20e). Como se aprecia al observar las láminas 2 y 3, el parecido entre los jarros antropomorfos que estamos describiendo y las vasijas antropomorfas del tipo Yavi Chico Policromo, son evidentes. Comparten parecidos en la forma del cuerpo, en el modelado del cuello, pero se diferencian en las asas. En las piezas Yavi, las asas son un rasgo distintivo. "En cada vasija hay dos asas cinta adosadas al cuerpo por encima de su diámetro máximo. Son algo oblicuas, en lugar de verticales. Además no están insertadas a los costados de las vasijas en la zona correspondiente a su diámetro máximo. En cambio se encuentran desplazadas hacia uno de sus frentes" (Krapovickas y Aleksandrowicz 1989: 86). El modelado facial de la pieza Nº 196 es particularmente similar al de algunas piezas del tipo Yavi Chico Policromo.

Sin embargo, es interesante comprobar que a diferencia de aquellas, este jarro posee perforaciones en las aplicaciones correspondientes a la orejas del personaje, habilitándolo para portar aros. Tal condición, también está presente en los jarros Nº 275 y 2000.1.61. La existencia de este rasgo es sugerente toda vez que la cerámica Yavi se asocia a grupos Chichas, algunos de los cuales fueron llamados "Chichas orejones" por los españoles. Ello, en razón de que fueron compensados por los incas con el rango honorífico de "incas de privilegio", con facultad para horadarse las orejas con grandes y redondas placas distintivas de su alto status. Dicho título, era adjudicado a gente que hacía señalados servicios para el estado (Lorandi 1980: 160; Espinosa 1986: 324). Curiosamente, también se ha registrado perforaciones en las orejas en un jarro antropomorfo del sitio, con la forma Nº 1 (pieza Nº 278). Pensamos que eventualmente, los aros pudieron ser distintos en unos y otros, actuando como marcadores sociales. Aunque sabemos que las vasijas antropomorfas Yavi Chico Policromo son más bien pequeñas, no conocemos información respecto a sus dimensiones exactas. De los jarros antropomorfos que estamos revisando, podemos proporcionar el alto total y diámetro del cuerpo de las piezas Nº 196, 275 y 2000.1.61. Estas dimensiones varían entre los 169 y 147 mm para el alto, y los 127 a 145 mm para el ancho. A nivel decorativo, las piezas Yavi también contrastan con los jarros antropomorfos que estamos describiendo.

En las primeras se combinan los colores morado, negro y ante, para formar campos horizontales con espirales, volutas, diseños de triángulos espiralados, figuras escalonadas y ameboidales (Krapovickas y Aleksandrowicz 1989; Krapovickas, Pla y Manuale 1989). Las piezas Nº 196 y 2000.1.61, son rojo engobadas (10R 4/6 red) 7. La pieza Nº 962 es rojo engobada, pero en la cara opuesta al asa, presenta 3 figuras negras con forma de "I", dispuestas en forma tripartita. Como estructura, el principio ordenador recuerda aquel de algunas botellas del tipo Cuzco Policromo, en las que se reproduce el patrón tripartito de los aríbalos (Rowe 1944: 48). Sin embargo, el elemento con forma de "I" no se asocia a la decoración cuzqueña. Revisando la alfarería de otras regiones, encontramos que las figuras más parecidas se encuentran en el estilo Casa Morada Policromo, donde aparecen elementos descritos como "motivo en 'I' " (Calderari 1991: 153 y 154). Estos elementos son mucho más pequeños que las figuras del jarro antropomorfo y generalmente "rellenan" campos decorativos junto a otros elementos con formas de letras.

En los últimos años, varios autores han reconocido similitudes tecnológicas y decorativas entre el estilo Casa Morada Policromo y la cerámica Yavi o Chicha, señalando que ésta última parece ser la principal fuente de la primera (Krapovickas 1983: 19; Calderari 1991: 158). En este sentido, la presencia del elemento descrito en la pieza Nº 962, parece inscribirse coherentemente dentro de este contexto. La pieza Nº 275 presenta sobre el cuerpo un diseño de estructura cuatripartita. Éste consiste en 4 franjas verticales negras (deslucido) sobre engobe rojo (10R 4/6 red), acompañadas a cada lado, por 2 líneas paralelas del mismo color. Esta clase de franjas son las mismas que se advierten en otras piezas del sitio, a las cuales les atribuimos una producción local (p.e. Botella Nº 963). A nuestro juicio, este diseño constituye una opción decorativa de carácter local, cuya estructura cuatripartita, refuerza un principio ordenador que asociamos al influjo cuzqueño. En este sentido, los diseños más parecidos se encuentran en vasijas no restringidas de la alfarería cuzqueña (platos planos y ornitomorfos), no así sobre el cuerpo de vasijas restringidas con cuello (como botellas).

De todas formas, lo que más nos interesa destacar, es que este diseño en base a franjas verticales no ofrece ningún parecido con aquellos que caracterizan a las vasijas antropomorfas del tipo Yavi Chico Policromo. El jarro Nº 275 también muestra decoración pintada sobre el "rostro", pareciéndonos interesante destacar la figura ubicada en el mentón, bajo la boca. Aunque parte de la pintura se ha desprendido, es posible distinguir que está compuesta por dos triángulos escalerados invertidos, dispuestos simétricamente en un plano de reflexión vertical (Washburn 1977: 17). Motivos como éste, también han sido ilustrados en platos campanuliformes del valle de Elqui (González 1995: 65, fig B2; Cornely 1962: 13, fig F). Es interesante constatar que vasijas como ésta, con influencias morfológicas Yavi y diseños que asociamos al influjo cuzqueño, no son exclusivas del sitio EFO. La exhibición permanente del Museo Regional de Atacama, en Copiapó, presenta un jarro antropomorfo con la forma Nº 4 (lámina 1), pero con una mano que se toma el mentón (lámina 4). La pieza muestra decoración en el rostro y el cuerpo. Este último segmento, está dividido en varias bandas verticales donde alternan clepsidras y pequeñas líneas horizontales paralelas 8. Como otros jarros descritos, también presenta perforaciones en las orejas. En el cementerio Alto del Carmen (hoya del río Huasco), también se encontró un jarro antropomorfo que se incluye entre aquellos con influencias Yavi y cuzqueña (Niemeyer 1988: 3). En este caso, el rostro ofrece una decoración similar a la de los jarros patos, mientras el cuerpo presenta una campo horizontal rectangular, con "reticulado oblicuo" (lámina 5). Una tercera pieza se conserva en la exhibición del Museo de la Serena y fue descrita exhaustivamente por P. González (1995: 172). La influencia cuzqueña, como en las vasijas anteriores, también se reconoce en la decoración del cuerpo (MCHAP 1986: 84, fig 042).

Cabe agregar que en ella vuelven a estar presentes las perforaciones en las orejas (lámina 6). Expuestas las similitudes y diferencias morfológico-decorativas entre las vasijas del tipo Yavi Chico Policromo y las cuatro piezas descritas, la información obtenida a partir de la pasta, resulta igualmente interesante y aclaratoria. La pasta de las piezas Yavi Chico Policromo, se caracteriza por el "color ante o rojizo claro con una limitada presencia de gránulos blancos de lutitas areniscosas como inclusiones" (Krapovickas y Aleksandrowicz 1989: 94). Generalmente, es descrita como similar a la del tipo Portillo Ante Liso, pero con una casi total ausencia de sus características inclusiones blancas (ibid: 90). Tomando otras descripciones de esta última, podemos agregar entonces que es de textura compacta, sin burbujas de aire y fractura regular o angular (Raffino et al. 1986: 91). De las piezas estudiadas, fue posible observar secciones en los jarros Nº 196, 275 y 2000.1.61.

Al ser examinadas, se comprobó que sus pastas no son distintas respecto de las de otras vasijas elaboradas localmente. La pieza Nº 196, quizás la más parecida a una Yavi por su decoración en el cuello, ofrece una pasta con inclusiones de cuarzo, litos rosados y negros; de tamaños medianos, finos y ocasionalmente gruesos; formas angulosas y subangulosas; textura areno-granulosa y semicompacta. Su color en ningún caso es ante, anaranjado o rojizo claro, sino marrón rojizo: 5YR 5/4 (reddish brown). Una pasta prácticamente idéntica presentó la pieza Nº 2000.1.61, registrándose la existencia ocasional de inclusiones muy gruesas y litos verdes. El color de la pasta fue definido como 2.5YR 4/4 (reddish brown). En la misma línea, la vasija Nº 275 mostró una pasta muy parecida a la de la pieza Nº 196, pero con formas subangulosas y redondeadas, incluyendo además escasos litos verdes.

Todas estas pastas exhiben una densidad de inclusiones (por cm2) que varía entre el 25 y 30 %. Las diferencias reconocidas a nivel tecnológico con las vasijas Yavi, son coherentes con aquellas advertidas en los planos morfológico y decorativo. Dichos contrastes permiten sostener que las vasijas estudiadas fueron producidas localmente, siendo resultado de fusiones estilísticas entre las tradiciones alfareras Diaguita y Yavi, sumándose en algunos casos, aportes Cuzqueños. En el marco de las clasificaciones que hemos propuesto para las piezas del sitio EFO, ellas se inscriben dentro de los que llamamos alfarería "Diaguita Mixta con influencia Yavi" y "Diaguita Mixta con influencia Yavi y Cuzqueña" (Cantarutti y Mera 2000). CONCLUSIONES Las evidencias presentadas en este trabajo, abren interesantes perspectivas para el estudio de la presencia inca en el valle del Limarí y el norte semiárido en general. Hasta hace pocos años, se asumía que el efecto de la expansión inca sobre la producción cerámica Diaguita, se materializaba en la aparición de híbridos locales en los cuales se reconocía la mezcla de elementos estilísticos cuzqueños y diaguitas. Estudios más acuciosos de la alfarería del valle de Elqui y del sitio EFO en el Limarí, han comenzado a revelar que junto a las influencias cuzqueñas también se introdujeron aportes estilísticos vinculados a grupos del altiplano meridional boliviano, extremo norte de Argentina, y área valliserrana central del NOA (González 1995, Cantarutti y Mera 2000).

Desde enfoques cuantitativos, la presencia de vasijas foráneas o la incorporación de atributos estilísticos distintos de los cuzqueños en la producción cerámica local, ha sido tradicionalmente subvalorada. Contrariamente, para nosotros es importante considerar que las transformaciones a nivel de la producción, reflejan que tanto productores como consumidores, comparten las elecciones reunidas en una vasija. En este caso, es significativo que expresiones vinculadas a distintas sociedades sean legitimadas en la zona, consiguiendo un espacio fuera de su lugar de origen. Asumiendo la filiación Chicha de la "cultura de Yavi", resulta interesante constatar que éstos participaron activamente dentro de los mecanismos de movilidad, producción y dominio del Tawantinsuyu, especialmente en el extremo norte de Argentina y sur de Bolivia, llegando incluso a ser instalados, aparentemente, en confines más australes como Potrero-Chaquiago (Lorandi et al. 1991). La intervención de personajes o fracciones de la misma filiación en el norte semiárido, es una cuestión que queda abierta a la luz de la piezas que hemos presentado. Se trata de vasijas que no han sido elaboradas en el territorio nuclear Chicha, cuyos atributos tecnológicos, morfológicos y decorativos, dan cuenta de híbridos en los que la influencia Yavi y, a veces cuzqueña, se instala sobre el sustrato Diaguita.

Esclarecer si los fabricantes son de filiación chicha, diaguita o cuzqueña, no es una tarea posible. No obstante, si buscamos razones para explicar por qué están presentes los atributos Yavi en las vasijas descritas, es posible pensar que personajes o grupos de origen Chicha, debieron participar con algún grado de protagonismo en la modificación de los escenarios sociales en el norte semiárido. Sabemos que en el contexto de la expansión inca, la alfarería es uno de otros tantos medios visuales, a través de los cuales se sintetizan y transmiten contenidos que forman parte de un discurso (Morris 1995). En este marco, sería poco factible pensar en una simple imitación de atributos estilísticos foráneos, impulsada por criterios meramente estéticos. Menos aún, después de conocer el destacado rol que jugaron contingentes Chichas en las políticas de control estatal. El hecho de que los jarros antropomorfos descritos, hayan sido producidos en el norte semiárido, posiblemente se deba a la presencia de habitantes Chichas en el área. En futuros trabajos sería interesante ampliar esta discusión a la luz de los contextos. Lamentablemente, al menos los del sitio EFO, sólo están parcialmente recontextualizados y, en la mayoría de los casos, sin esqueletos que puedan ser analizados.

Para complejizar el cuadro, vale la pena mencionar que existen documentos que señalan la presencia de indios Churrumatas en el valle y pueblo de Sotaquí (hoya del Limarí), por lo menos durante la primera mitad del siglo XVII (Palma 1999). Los enigmáticos Churrumatas han sido materia de diversas hipótesis en relación a su área de origen y dispersión, contándose investigadores como Iácona y Raffino, que plantean una filiación Chicha para éstos, pues compartirían al menos una misma ergología cerámica (1993: 256). En el caso de los indios de Sotaquí, cabe la posibilidad de que se trate de grupos movilizados en tiempos hispanos, producto de la entrega de encomiendas, aunque tampoco es posible descartar un traslado prehispánico. No cabe duda de que esta es un zona fértil para los puzzles arqueológicos, donde investigaciones interdisciplinarias tiene todavía mucho que aportar.

AGRADECIMIENTOS:
Expresamos nuestra más sincera gratitud al personal del Museo del Limarí y a los Sres. Arturo Rodríguez y Miguel Angel Azócar del MNHN, por brindarnos todas las facilidades para estudiar las piezas analizadas en este trabajo.

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Frente a la ausencia de referentes espaciales para la mayoría de las áreas intervenidas y, considerando que dichos espacios sólo han podido ser localizados en forma aproximada, se ha optado en varios casos por denominar a los loci con el nombre del o los responsables, más el año de excavación. 3 Esta ubicación es distinta a la que difundiéramos en el XV Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Recientemente hemos podido corregirla, gracias a que familiares del Sr. Julio Broussain C. han encontrado dibujos y breves informes sobre algunas de las excavaciones. Este material fue donado al Museo del Limarí. 4 Las piezas locales corresponden a vasijas que pudieron ser elaboradas en el mismo sitio o en otras zonas del valle, pero dentro de la región nuclear donde habitaron poblaciones que asociamos a la cultura Diaguita.

Las piezas foráneas, son aquellas elaboradas en otras regiones, por entidades culturales distintas a la Diaguita y que fueron trasladadas al sitio. 5 En total se cuentan 252 vasijas que se conservan en el Museo del Limarí. Otras 20 piezas no fueron incluidas, debido a que la adscripción de éstas al sitio es francamente dudosa (Cantarutti y Mera 2000). El MNHN conserva a su vez (entre otros materiales) 4 vasijas, recuperadas en el marco de los trabajos efectuados por la Dra. G. Mostny. El Museo Arqueológico de Santiago debería conservar al menos 5 piezas cerámicas, pero éstas no han sido revisadas. 6 El cuello de la pieza Nº 2000.1.61 presenta faltantes en la zona del "rostro", no obstante fue posible verificar atributos de las "orejas", "mentón", tipo y emplazamiento de asa, así como forma general del segmento cuello. Es importante consignar que esta pieza se conserva en estado fragmentario. 7 Munsell Soil Color Charts, 1994 Revised Edition. Macbeth Division of Kollmorgen Instruments Corporation. New York. 8 Diseño cuzqueño que Fernández Baca describe como "Aspas con los ángulos de lados opuestos, verticales u horizontales pintados todo de negro o rojo, trazadas entre cada dos grupos de paralelas verticales" (1971, fig. 173).

 

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