NACIONAL

En el principio fue el verbo. LA NACIONALIZACIÓN BLANDA

Por Alfonso Gumucio D.
Extraido de bolpress.com

Si la apuesta por la nacionalización de los hidrocarburos gana, es decir, si las partes en conflicto se ponen de acuerdo con las nuevas condiciones, Bolivia habrá dado un salto hacia un mejor futuro. Esta nacionalización simbólica es un acto de soberanía y puede sentar las bases para el progreso económico y social de Bolivia, si es que las cartas se juegan bien. El liderazgo tiene que estar a la altura de los acontecimientos históricos, pero eso no siempre sucede. Mirando a Evo Morales el 1º de Mayo en la televisión, en el acto de nacionalización de los hidrocarburos y en sus discursos posteriores, uno tiene la impresión de que el presidente no logra todavía desmarcarse de su pasado sindicalero. Su “verbo” sigue siendo exaltado y demagógico, sus discursos buscan un efecto de plaza pública. El proceso que vive Bolivia es sin duda más grande que él.

El armazón del tinglado publicitario para la nacionalización funcionó a la perfección y también la fecha emblemática del Día Internacional de los Trabajadores. No cabe duda que el manejo mediático y publicitario ha sido exitoso (tanto como lo fue la gira mundial de Evo luego de ganar las elecciones). En las instalaciones petroleras nacionalizadas ya se habían colocado las grandes pancartas preparadas con anticipación: " Nacionalizado. Propiedad de los Bolivianos ". Impacto garantizado en los medios de información a escala mundial, más aún cuando el discurso del presidente boliviano se caracterizó por frases grandilocuentes y ataques frontales a todos los que lo precedieron.

En una entrevista con Patricia Janiot de CNN, sin embargo, Evo se veía absolutamente bajo control y su lenguaje mesurado contrastaba con la agresividad de las preguntas de la periodista, que parecía relacionadora pública de las grandes empresas petroleras y buscaba irritar con su sonrisa sardónica al presidente boliviano, insistiendo sobre los mismos temas y tratando de imponerle los tiempos para responder. Evo manejó la situación con calma y ofreció respuestas claras sobre el tema, dejando a un lado su natural inclinación al discurso de plaza pública.

Hay muchas cosas que decir en torno a la nacionalización. Es una medida necesaria, la primera realmente importante que se dicta en los tres meses de gobierno del MAS. Sin duda, es beneficiosa para el país, si es que se traduce en redistribución de la riqueza. Pero no vamos a dejar de señalar algunas contradicciones y excesos. En contraste con las declaraciones presidenciales, esta es una nacionalización "blanda" que no hace sino aplicar la Ley de Hidrocarburos 3058. Eso está muy bien, lo que no está bien es que Evo arme una gran alharaca como si no hubiese existido nada antes de estampar su firma en el decreto. Eso es falta de honestidad.

Para lograr un mayor efecto publicitario, Evo Morales nacionalizó por decreto, cosa que no admitía que otros presidentes hicieran antes que él. Si Carlos Mesa, luego del referendo vinculante sobre el gas, hubiera dictado un decreto para aplicar la decisión mayoritaria de los bolivianos, Evo se hubiera opuesto radicalmente en el congreso y en las calles. El entonces Presidente Mesa, apegado como ninguno a la Constitución, prefirió enviar el proyecto de ley al Congreso, aún a sabiendas de que allí el MAS y la oposición de derecha lo iban a crucificar. Evo no tendrá esos problemas, pues goza de una cómoda mayoría parlamentaria compuesta por levantamanos disciplinados.

No deja de llamar la atención el énfasis de Evo Morales en sobarle el lomo a las Fuerzas Armadas. En sus discursos Morales se coloca en la línea nacionalista de Villaroel, Toro, Busch y Ovando; el General David Toro nacionalizó por primera vez los hidrocarburos en 1937, luego lo hizo el General Alfredo Ovando Candia en 1969, a instancias de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Los discursos del presidente Morales son tranquilizadores para los militares, aunque a ellos no ha debido gustarles la frase: "Anteriores gobiernos han usado a las Fuerzas Armadas al servicio de las trasnacionales". Busch, Toro, Villarroel, Ovando, nacionalizaron en nombre de las Fuerzas Armadas, pero según Morales las FFAA siempre estuvieron al servicio de las transnacionales, "hasta ahora". Hace apenas tres años los militares dispararon contra el pueblo, pero para Evo Morales, esos eran otros, no los de ahora (qué rápido se ha reciclado el personal de las FFAA). Los estudiantes de los colegios van a tener dificultades para entender una historia escrita tan caprichosamente por la boca presidencial.

Como siempre, fue más razonado y cauto el discurso del Vice-Presidente Alvaro García Linera. Cuando se refirió a la Capitalización y a los contratos con petroleras mencionó a los expresidentes Sánchez de Lozada, Bánzer y Quiroga, pero no puso en el mismo saco a Carlos Mesa y a Eduardo Rodríguez. Evo, por el contrario, se olvida con frecuencia de Bánzer para atacar a Mesa, su enemigo personal declarado. El problema es que al manifestar sus odios y resentimientos personales, sigue actuando como un dirigente sindical y no como presidente de todos los bolivianos.

En el contexto regional las relaciones con los países amigos pasarán por un momento difícil, pero no imposible. Brasil ha reaccionado positivamente a través de Lula, pero no hay duda que se siente traicionado porque la nacionalización no se hizo a través del diálogo (aunque hay quienes afirman que el Ministro de Hidrocarburos Andrés Soliz Rada hizo varias visitas al domicilio del representante de Petrobrás en Bolivia, semanas antes de la nacionalización). Lula defiende la decisión soberana de Bolivia, pero tiene que en frentar una ola de críticas de la oposición. A pocos meses de las elecciones en Brasil, Evo le ha hecho un flaco favor. La forma en que se hizo público el decreto ha irritado a los vecinos, a los que en otras ocasiones se les ha pedido "solidaridad". No hace mucho el gobierno de Evo Morales le pedía a Argentina que pague un "precio solidario" por el gas. Pero en las relaciones de mercado no existen los buenos sentimientos, solamente los intereses económicos y políticos.

Los países de la región tienen tantas razones como Bolivia para defender sus propios intereses, y eso es lo que hará Petrobrás. De ahí que cuando -en tres años más- se construya el gasoducto desde Venezuela hasta Brasil y Argentina, no deberá sorprendernos si el gas venezolano es más competitivo que el boliviano. Los que conocen el tema afirman que dentro de siete años Venezuela estaría exportando a Brasil 100 millones de metros cúbicos de gas diarios, satisfaciendo así casi la totalidad de las necesidades de nuestro vecino. Otros 50 millones de metros cúbicos irían para Argentina y Chile, si la red se amplía a esos países. Nosotros nos quedaremos con nuestro gas para las futuras generaciones. Eso es lo que queríamos, ¿o no? De todas maneras, serán los gobiernos que sucedan a Evo Morales los que tendrán que lidiar con ese tema. A Evo le tocará todavía la bonanza, si todo sale bien en esta ronda.

Cuando se hizo la nacionalización en la época de Ovando, el Estado boliviano tuvo que indemnizar a la Gulf Oil Corporation. En este caso, curándose en salud, el decreto dice que el Estado reconocerá las inversiones realizadas por las empresas petroleras, de modo que estas no pierdan lo que invirtieron en Bolivia. Es una nacionalización "blanda" y muy racional, que no violenta en lo fundamental las relaciones con las empresas extranjeras (antes denigradas por el propio Evo), pero resta saber el resultado de las negociaciones con las petroleras en los próximos seis meses, pues es ahí donde realmente se va a ver en qué queda la medida nacionalizadora. Por el momento, las petroleras no han reaccionado tan mal, aunque obviamente no se podía esperar que aplaudan la medida que las afecta. Celebramos entonces que YPFB recupere vigencia y esperemos que la empresa boliviana sea conducida con seriedad y probidad.

Recordemos también que los primeros pasos hacia la nacionalización ya se habían dado durante el breve gobierno de Mesa, a partir del referendo vinculante (Ley 3058). Lo más novedoso ahora es que en lugar del 50% el Estado boliviano recibirá el 82% de la producción (impuestos y regalías), aplicable a las compañías petroleras más grandes que operan en Bolivia: Repsol (España-Argentina), Total (Francia) y Petrobrás (Brasil). Alrededor de una veintena de empresas más pequeñas no serán afectadas en el periodo de transición porque producen menos de 100 millones de pies cúbicos por día. Para ellas, se mantiene lo que en su momento ya propuso el gobierno de Mesa.

El decreto de nacionalización de hidrocarburos establece la incautación de las acciones de las AFPs a favor de YPFB, acciones que, al menos en teoría, pertenecían a "todos" los bolivianos. De ese modo, se estatiza el 48% de las acciones del pueblo boliviano en las AFP, sin compensación, y solamente el 3% de las acciones de las empresas petroleras, para llegar a la mayoría absoluta de 51% a favor de la empresas del Estado, 51%. Ese sí es un tema que puede causar revuelo. Si otro gobierno hubiera despojado al pueblo boliviano del 48% de sus acciones sobre las empresas estatizadas, sin duda Evo Morales hubiera protestado en las calles. Son paradojas de la historia, pues en este caso el 1º de Mayo fue día de fiesta y los discursos grandilocuentes escondieron los "detalles".

 

 

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