NACIONAL

¿Autonomias o dignidad nacional?
por Vezna Marinkovic*

El prefecto tarijeño Mario Cossio no se equivoca cuando dice que el pasado 26 de enero, día de su posesión, solamente suscribió una declaración de integración energética con gobernadores y autoridades de Argentina, Chile y Brasil y no así un convenio internacional con dichos países porque efectivamente eso fue lo que hizo pero se equivoca si no considera que con esa actitud, también reabrió la brecha del conflicto entre bolivianos, amparado en la Ley 3065 de 30 de mayo de 2005, promulgada paradójicamente por Carlos Mesa.

Esa Declaración que en teoría no pretendió vulnerar los derechos del Estado boliviano, en los hechos sí fue un mensaje contundente contra el Estado boliviano y señal clarísima de que hay una facción de la bolivianidad que no ha dejado de ser orquestada por el poder transnacional para fragmentar el país a partir de intereses regionales y sobre todo personales, alrededor   del gas. Cossio se inició como prefecto abogando por la seguridad jurídica que demandan las transnacionales para invertir sin riesgos en Bolivia y hablo, en aquella Declaración, de la necesidad de promover la integración energética y la conformación de asociaciones estratégicas para la producción e industrialización del gas cuando sabe que es el Estado quien debe tomar la iniciativa en ese sentido, hacer lo contrario es entrar en franca contradicción con una visión integral de país. Conmueve su inteligencia, sin duda, sobre todo cuando combina su estrategia con la necesidad de establecer en el país una planificación participativa pero mas conmueve la posibilidad de que su inteligencia se esté prestando al sucio juego del poder transnacional acostumbrado a sobornar conciencias, desde siempre. Creo que es importante exigir que para mejorar ciertos “usos específicos de poder”, los políticos se alejen de la probabilidad de la mentira y de las apariencias en cruel asociación con la democracia, la autonomía y el futuro de nuestra República. Platón decía en este tema que mentir en política implica una forma problemática del mentirse a uno mismo de manera que nuestros líderes deberán, de alguna manera, empezar por tomar la opción que mas convenga a nuestra historia y por supuesto a ellos mismos, como seres humanos.

Estamos de acuerdo en que la autonomía--que  es una forma de descentralización-- plantea cuando menos en teoría, un reforzamiento de la democracia y, en la práctica, una debilitamiento del poder concentrado del Estado. Sin duda que es una búsqueda legítima por la autodeterminación de las regiones—aunque no la única-- y es por ello que no solo en Bolivia nace con muy buenos augurios. Sin embargo, el problema viene e insisto cuando corroboramos que quienes manejan el proceso autonómico, a título de ajustes estructurales al Estado, están respondiendo mas a los intereses de las transnacionales del petroleo y/o a intereses meramente personales que a los intereses del Estado boliviano para lucrar de un manejo indiscriminado y sin fiscalización de los recursos naturales que le pertenecen al conjunto de bolivianos y no a una sola región. Ahí esta el problema y el origen de nuestra preocupación y por lo que se dice en los discursos oficiales y lo que se hace, entre bambalinas, aludiendo a la mentira y a las apariencias de lo fáctico; un mundo habitado cotidianamente por la clase política tradicional de donde parece que Cossio no terminó de salir o de entrar???.

Un proyecto autonómico a ultranza, sin la participación ciudadana de los bolivianos no será jamás el instrumento de modernización del Estado y menos el elemento ordenador de las inequidades del modelo centralista porque no es dando vuelta la tortilla como se arreglan los problemas sino entendiendo su naturaleza y encontrando las respuestas adecuadas a esa naturaleza como se espera construir un nuevo futuro. En este marco, es posible que Cossio deba desandar, si es que la contundencia de su pensamiento se lo permite, algunos tramos de su trayectoria política y apostar por un liderazgo que despojado del interés sectáreo, se concentre en el interés nacional. Lo contrario anuncia nubarrones de nuevos desencuentros.

Por el momento, en Bolivia el 63% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, el subsuelo ofrece enormes recursos en forma de grandes bolsas de gas y petróleo, sin embargo y desde 1996, la legislación nacional ha convertido a las transnacionales del petróleo, en las grandes beneficiarias de estas riquezas. Cambiar esta situación no es un problema de autonomía sino una cuestión de inteligencia y de dignidad nacional.

 

*Vezna Marinkovic Es comunicadora social y abogada con post grado en ciencias políticas. Fue corresponsal de prensa, productora y conductora de programas de corte periodístico para la televisión, consultora de la OPS-OMS y Directora del Centro de Comunicación Alternativa (CECAL). Ejerce la cátedra universitaria, es columnista de diversos periódicos y es consultora independiente.

 

 

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